domingo, 10 de junio de 2012

Aprendamos del pasado (Bitácora de Lunes 28 de mayo de 2012)

Esta clase se distinguió de manera evidente con la mayoría de las precedentes. ¿La razón? Es que en esta el enfoque central fue la reflexión colectiva respecto de la lectura que había quedado como tarea la clase anterior: El libro de los jueces.
Lo primero que hicimos fue contestar un breve control de lectura respecto del mismo, en donde lo central era vincular los aspectos teóricos más generales que se desprendían del texto con nuestras experiencias expresivas anteriores (principalmente artísticas), además de establecer relaciones de utilidad con respecto al curso de Taller de Música. El control pretendía extraer de nosotros situaciones en que se nos hayan presentado los jueces, de modo que el nerviosismo se apoderara de nosotros y, en consecuencia, nos generara situaciones adversas. En ese sentido relacione lo que me sucedió en clases, cuando presenté mi cuento con el idiófono "Tenía algo de miedo. Si bien acostumbro a exponer frente al curso, creo que en los aspectos artísticos es distinto a las disciplinas humanistas".
Cuando el tiempo acabó, entregamos la prueba y luego trabajamos con la sala dispuesta de forma circular ( ), de manera que pudiésemos hacer una puesta en común acerca de lo que cada uno pensó y escribió en ella. Fue muy interesante, ya que sin importar la extensión del tiempo que esto durara (que fue bastante, por lo demás), lo importante es que logramos conocernos no sólo entre compañeros, sino también con la profesora.
Dentro de mis propuestas, señalé que uno de los elementos que más presión genera a la hora de enfrentarnos con tipos de evaluaciones artístico-escénicas son las EVALUACIONES, debido a que atentan directamente con nuestra naturalidad de expresión, y nuestro pensamiento despejado, de modo que en lo único que pensamos es en salir bien evaluados; pero esa preocupación, en la práctica (en el hecho), se hace sumamente visible para los demás: los jueces. ¿Y qué puede generar eso? Que -en definitiva- fallemos. La profesora me felicitó por tal intervención, señalando que la consideraba sumamente pertinente con lo que nos sucedía en el aula.

Luego vinculamos la lectura con el taller. La pregunta planteada era ¿Cómo podemos vencer estos miedos, cómo podemos carearnos con los jueces? A lo que contesté: "Considero que siempre se debe ir de menos a más, y una de esas maneras es comenzar por realizar trabajos desde grupos muy numerosos en primera instancia, hasta ir paulatinamente reduciendo estos y quedar -finalmente- uno solo de pie frente a todos, nos permiten generar un desarrollo progresivo de nuestras habilidades". Mis compañeros expresaron apoyo respecto de tales palabras, señalando que es muy impactante para cualquiera pararse la primera vez SOLO frente a todos.
La última reflexión que -recuerdo- hice, fue ante la pregunta de ¿por qué es más difícil pararse frente a todos cuando nos referimos a temas y/o actividades dentro del ámbito artístico-musical? A lo que respondí que la música (y su lógica) son principalmente ejercicios de memoria y comprensión, lo cual es muy diferente a realizar un seminario sobre temas de Historia, Filosofía, Literatura e incluso Filosofía, ya que en estas podemos exponer gracias a sólo nuestra comprensión. No así la música, que requiere de un mayor trabajo de preparación, memorización y, lo más importante, concentración (recordemos que la memoria es una herramienta sumamente frágil).

En suma, creo que fue un necesario ejercicio reflexivo que, tal como dije en un principio, nos sirvió no sólo para conocernos a nosotros mismos, sino también a los demás.
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La segunda parte de la clase consistió en cantar e interpretar con nuestros instrumentos una canción del grupo Mazapán: GASTÓN. Al principio se nos hizo enormemente difícil, ya que esta contenía una nota que no habíamos trabajado anteriormente de manera práctica, el sib (sí bemol).


La letra de la canción es la siguiente:


Gastón se va a la escuela
con cotona y bolson
los lápices son nuevos,
 la manzana de colaciòn
Los zapatos un poco grandes,
le aprieta el cinturòn...
                                                                              pero eso no le importa,
                                                                                ¡Ya es grande Gastòn!

Como dije previamente, fue difícil interpretar esta canción, yo -que toco melódica- creo que de todos modos es compleja y debe ser altamente practicada. Fue tanta la descoordinación que la profesora nos sugirió practicar el ritmo con las palmas para lograr hacerlo mejor y ¡Vaya que funcionó!. 
En fin, fue una excelente clase que, a diferencia de las demás, nos dio cabida para expresarnos, autoconocernos y buscar maneras de aplicar tales situaciones a la próxima labor pedagógica. 


Santiago, Lunes 20 de mayo de 2012.

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