Al observar la imagen, es posible dilucidar una serie de matices en torno a la conformación del paisaje. Asimismo, la música también representa un viaje, una travesía marcada por distinciones sonoras.
En cuanto a la imagen, podemos establecer relaciones metafóricas con los 4 tipos de clasificación de sonidos: Altura, duración, intensidad y timbre. Vemos que la disposición del paisaje es en perspectiva, por lo que ciertos elementos se divisan antes o después que otros, ganando algunos mayor protagonismo. En base a esto y a una mirada vertical, las montañas representan sonoridades altas, es decir, pese a la lejanía, son altamente perceptibles por los seres humanos (recordemos que es siempre de manera sonoro-simbólica). Por el contrario, la planicie es representada por el agua, en este caso los sonidos graves-bajos se grafican en el lago. Ambas superficies del paisaje: agua y montañas, tienen una duración determinada, pero vemos que sus sonidos se representan horizontalmente iguales, como paralelos, por lo que tanto los altos y los bajos se prolongan como largos, cuya figura musical que grafique esto sería la redonda, que mantiene el sonido por cuatro tiempos . En cuanto a lo intenso de cada elemento, los árboles marcan el punto medio en esta orquesta natural, separando la fuerte potencia sonora que emite el agua, en comparación con la quietud y suavidad de las montañas. Los árboles son entonces el punto de quiebre de la intensidad en la imagen.
Entre los aspectos menos focalizados de esta fotografía no podemos dejar de lado los sonidos agudos, pero cortos de las nubes, es decir, estas tienen presencia puntual y no continua; la duración esporádica de la nubosidad se puede representar con negras y corcheas. Por último, cada elemento presente: aire, tierra y agua tienen un timbre y una tonalidad diferente: en el caso del agua su timbre es más bien como un metalófono, sonido de carácter profundo profundo; en el caso de las montañas, estas emiten sonidos más rocosos y fuertes, que sólo gracias a la agudeza de su altura se pueden escuchar claramente; y, finalizamos con el aire y los árboles, que en su conjunto producen un timbre particular, pero altamente gustoso de oír, evocando a la relajación y la tranquilidad del paisaje que observamos y que -indudablemente- muchos desearíamos estar ahí.
A modo de conclusión la métrica lógica de la imagen permite suponer una orquesta naturalmente organizada y con una sonoridad inmejorable.