domingo, 25 de marzo de 2012

Una gran diferencia entre oír y escuchar. (Bitácora 19 de Marzo)


En este segundo encuentro con la profesora, la temática de la clase fue bastante diferente a la anterior. Esta vez, lo que se pretendía era descubrir -mediante nuestra propia experiencia- la distinción entre sonido y ruido, así como también, la variación que existe entre el concepto de oír y el de escuchar; palabras que a simple vista resultan sinónimos, pero que en la praxis comprendemos su diferencia. La actividad central consistía en guardar un minuto de silencio para concentrarnos en la identificación de los múltiples sonidos y ruidos que convergen en el medio, para luego enumerarlos y compartirlos con el grupo-curso.
Los resultados fueron más bien convenciones a las que llegamos, en donde dejamos clarificado que el sonido se entiende como algo agradable (la música, por ejemplo), y que el ruido es un sonido de carácter desagradable. En el caso del oír y escuchar, el acuerdo comprendido por todos fue que el oír tiene que ver con la cantidad de sonidos que confluyen en un mismo momento -algo que sentimos como un todo-, y que el escuchar tiene que ver más bien con lo que se percibe gracias al filtro de la atención, dándole por ende, importancia; por lo que se infiere que podemos oír mucho, pero escuchar poco. Lo anterior se proponía además en entender lo importante que es percatarnos de la infinidad de sonoridades presentes en el ambiente, en donde la percepción del mismo tipo (sonora) es fundamental en la medida en que aporta a la precaución y el cuidado de nosotros, permitiendo percatarnos de ciertos peligros, y ponernos alerta cuando corresponda; en definitiva, contribuyendo a la supervivencia humana.



Santiago, 19 de Marzo de 2012.

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